Quizás zanjemos una discusión: ¿colecho con una niña de 9 años?

Indartzen. Colecho.

Nos escribe Begoña, desde Getxo. Begoña tiene un amigo que se llama Jon, que está divorciado. Jon se lleva bastante bien con su exmujer, con la que tiene dos hijas, Sofía y Joane, de 9 y 7 años respectivamente. La familia vive en régimen de custodia compartida, esto es, que padre y madre se turnan para el uso y disfrute de la vivienda, mientas que las niñas permanecen siempre en el mismo domicilio.

El pasado viernes Begoña tuvo una discusión amistosa con su amigo Jon mientras tomaban algo. Todo empezó cuando este le dijo que dormía habitualmente con su hija mayor. Al parecer la niña se lo pide con cierta insistencia, y el padre no ve inconveniente en ello. La primera reacción de Begoña fue decirle que no le parecía bien lo que hacía pero, al preguntarle Jon por qué, sintió que se quedaba sin argumentos. Nos pide nuestra opinión con cierta malicia y mucho sentido del humor para zanjar definitivamente esta discusión ¿Quién tiene razón? 

Visto el panorama debemos aclarar primero que no nos gustaría crear más distancia entre amigos. Pero la verdad es que no tememos demasiado que esto pueda ocurrir, porque el tono jovial del email que nos ha mandado Begoña no deja lugar a dudas sobre el cariño que tiene por su amigo. Así que, bueno, ahí va nuestra reflexión, confiando en que todo se pueda solucionar.

La pregunta que nos hace Begoña tiene difícil respuesta si no tenemos en cuenta cómo viven en privado esta situación las personas afectadas: Jon, Sofía y Joane. Así que por mucho interés que pongamos en ser objetivos, seguramente nos dejaremos información importante en el tintero.

No obstante, sin que resulten especialmente preocupantes, ni mucho menos, sí que podemos apuntar algunos riesgos asociados con el hecho de dormir con una niña tan mayor, por ejemplo:

Respecto a la relación entre padre e hija…

  • Confusión de límites. Lo primero que nos viene a la cabeza es que todos los niños y todas las niñas tienen la necesidad de diferenciarse de su madre y de su padre. Lógicamente éstos son sus referentes pero es muy importante que cada uno tenga claro el rol que juega, y ocupar el lugar que ocupaba anteriormente su madre puede generar confusión.
  • Dificultades para el ejercicio de la autoridad. Inevitablemente aparejado a todo esto, diremos que la diferenciación de espacios es una buena manera de recalcar que en la casa no todos somos iguales, ni disfrutamos de los mismos privilegios. Si todos compartimos todos los espacios en condiciones de igualdad, puede resultar más complicado imponer las normas y limites que son necesarios, o mantener una postura de superioridad moral cuando sea necesario.
  • Conflictos innecesarios. Los adultos también tenemos la necesidad de tener un espacio propio, donde aclarar nuestras ideas, soñar despiertos, o donde dar salida a necesidades más mundanas. Esto conlleva inevitablemente que, en algunas ocasiones, queramos dormir solos ¿Cómo se tomará nuestra hija esta negativa? Va a ser complicado que no se sienta frustrada o rechazada, a pesar de que nuestras intenciones vayan, evidentemente, por otro camino. Mejor no nos metemos en líos.
  • Intimidad y contacto físico. Es importante que los adultos tengamos claro cuáles son nuestras necesidades en contraposición a las necesidades de nuestros hijos e hijas. Es cierto que algún grado de intimidad y ternura en relación con ellos o ellas resulta agradable y saludable, pero en exceso suele dar pistas de que estamos dando salida a alguna de nuestras propias necesidades. En este caso, la pregunta más indicada puedes ser ¿qué satisfacción saca el adulto? Quizás él pueda tener la necesidad latente de sentirse querido, de querer a alguien, de conectar, de sentirse importante para alguien, o de tantas otras cosas. Todas estas necesidades son, por supuesto, legítimas, pero es importante ser muy cuidadoso con la forma de darles satisfacción, porque pueden interferir con la necesidad de individuación o privacidad de Sofía que seguro que también están presentes.

Dormir o no con nuestros hijos e hijas no es malo en sí mismo, pero sí es cierto que conviene tener algunas cosas en cuenta.

Respecto a la relación entre hermanas…

  • Empoderamiento de una hermana sobre la otra. El simple hecho de que Sofía duerma con su padre y por el contrario Joane no lo haga está situando a la primera en un plano superior al de su hermana. Esto fácilmente motivará que Sofía, que además es la hermana mayor, se crea con autoridad para imponerse a su hermana y se sienta más importante y especial que ella, lo que seguramente acabará generando conflictos entre ellas y una relación de desigualdad.
  • Celos entre hermanas. Es evidente además, que dormir con una de las niñas, mientras su hermana duerme sola puede hacer aflorar ciertos celos entre ambas. Y es que se está realizando un trato diferencial evidente, en la que una tiene más privilegios que la otra. Ya que no hay mayor privilegio para un niño o niña de la edad de Sofía y Joane que contar con el tiempo y la atención de su padre. En resumen, casi seguro que Joane no se lo toma tan bien como parece, y que guarda cierto resentimiento sobre lo que está ocurriendo.

Respecto al propio desarrollo y creación de identidad de Sofía…

  • Dificultades para identificar un espacio seguro. Una de las cosas que más necesitan los niños y niñas en la segunda parte de su infancia es un lugar seguro en el que puedan refugiarse cuando las cosas se vuelven amenazantes, o cuando los nervios aparecen en sus vidas. Un espacio seguro sirve para que niños y niñas vayan aprendiendo poco a poco y día a día que tienen la importante capacidad de autorregularse y ejercer cierto control sobre sus emociones desagradables. Y que, también, pueden dejarse llevar por las emociones más agradables, como la alegría o la euforia. Pero un espacio seguro es un espacio propio, en el que se tiene la seguridad de que el adulto no va a aparecer ni resultar inoportuno. Y parece evidente que uno de los mejores espacios seguros es una habitación propia, donde los mayores toquen a la puerta y pidan permiso antes de acceder a la misma.
  • Dificultades para conocerse a sí misma. Como decíamos anteriormente al hablar de la relación con su padre, el hecho de que ocupe el lugar que antes ocupaba su madre, aunque posiblemente de un modo inconsciente, estará generando una identificación con ella que probablemente provocará que Sofía trate de imitar los rasgos de personalidad de su madre, lo que va a impedir que se desarrolle de un modo saludable, atendiendo únicamente a quién es y cuáles son sus preferencias y sus propios rasgos de personalidad.
  • Perdida de lo extraordinario. A todos los niños y niñas les gusta dormir con sus padres, es un momento de gran conexión afectiva y consideramos importante aprovecharlo para reforzar a los niños, para hacerles sentirse especiales en ocasiones o simplemente para disfrutar de un momento agradable. Para Sofía, sin embargo, esta excepcionalidad se ha perdido y con ella lo que hace que tenga valor en sí misma, porque cuando damos algo por hecho y contamos con que va a ser así deja de ser especial para convertirse en rutinario. Y sin duda, es una pena desaprovechar un refuerzo tan potente.
  • Finalmente, no podemos evitar pensar en Sofía, y preguntarnos qué necesidad satisface durmiendo con su padre. Quizás necesite más seguridad en la relación con su padre, o eche en falta al mismo cuando éste se muda a vivir en la otra casa. No lo sabemos.  De todas maneras, nunca está de más que nos cuestionemos estas cosas por si existe una forma más adecuada para que la niña se encuentre mejor y, en definitiva, más satisfecha.  Debemos pensar que esta necesidad de Sofía puede ser síntoma de algún miedo, inseguridad o necesidad más profunda.

En resumen, podemos decir que, en términos generales, desaconsejamos el colecho continuado con una niña de esa edad. No obstante, podría resultar una experiencia muy positiva y gratificante siempre que se circunscriba a momentos puntuales, bien como un premio, bien para atender a alguna necesidad concreta de nuestra hija.

Gracias Begoña por escribirnos y por confiar en nuestro criterio. Esperamos que gracias al artículo hayas salido de dudas.

Recordad que podéis dar a «me gusta» y reflejar vuestra opinión a través de los comentarios, o en privado, gracias a nuestro formulario de contacto ¡Gracias!

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Gorka SaituaAutor: Gorka Saitua. Soy pedagogo y educador familiar. Trabajo desde el año 2002 en el ámbito de protección de menores de Bizkaia. Mi marco de referencia es la teoría sistémica estructural-narrativa, la teoría del apego y la neurobiología interpersonal. Para lo que quieras, ponte en contacto conmigo: educacion.familiar.blog@gmail.com

7 comentarios en “Quizás zanjemos una discusión: ¿colecho con una niña de 9 años?

  1. Ivan

    Claro y conciso para el colecho en infancia… y con bebes? hoy en dia que está «tan de moda» las minicunas de colecho, y siguiendo el otro post del consuelo a los bebes ( dónde Sara exponía los llantos de su bebé, y se recomendaba el consuelo), se recomendaría el colecho? o en que edad «emancipar» al peque a su habitacion?

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    1. Hoy en día existe un gran debate en relación al colecho, en el que participan personas con posturas a menudo radicalizadas. Hay quien lo considera un pilar básico de la crianza, y quien lo desestima con vehemencia por la supuesta dependencia que el niño o niña puede desarrollar respecto a su madre y a su padre. Y parece que las posturas de ambos grupos son, muchas veces, claramente irreconciliables.

      Es evidente que el colecho con un recién nacido, en sí mismo, no hará ningún daño al bebé. Pero un bebé lo que más necesita e este mundo no es dormir con su padre ni con su madre, sino que sus necesidades físicas (comer, beber, dormir, etc.) y de apego (seguridad) estén cubiertas. El colecho puede ayudar con las segundas, pero no es garantía de que estén cubiertas, sobre todo, porque su satisfacción no depende tanto de la proximidad física con los adultos que le cuidan, sino con la capacidad de empatía de los mismos. Sobre todo, es importante que los adultos sientan en sus carnes y de manera intuitiva qué es lo que su hijo necesita cuando emite alguna señal de socorro, y que se movilicen para calmarlo.

      Según se van haciendo mayores, los bebés y luego los niños y niñas van desarrollando nuevas necesidades que antes no estaban presentes, como por ejemplo, la necesidad de individuación, o lo que es lo mismo, la necesidad de desarrollarse como un sujeto diferente a su padre o a su madre. Uno de los primeros indicios de que el niño o la niña necesita separarse de las personas que le cuidan es la aparición de las tan temidas rabietas. Las rabietas son, entre otras cosas, la forma que tiene un niño pequeño de ejercer cierto control sobre su medio ambiente y reafirmar su identidad, que se está formando. Es importante tener esto en cuenta, porque el colecho, y sobre todo, dependiendo de cómo se practique, puede impedir la satisfacción natural de estas necesidades. Por ello, y como norma general, no recomendaríamos el colecho más allá de los 3 años. Pero siempre con reservas, porque cada niño y niña se desarrolla a su manera, y cada familia tiene sus propios mecanismos para ayudar a los pequeños y las pequeñas a avanzar y satisfacer sus necesidades.

      Esperamos haber respondido a tu pregunta ¿qué opinas?

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  2. Iván

    Partiendo de la base de ser futuros primerizos (y el conocimiento crianza meramente teórico que ello implica) doy la opinon o bases que queremos. Por un lado veo el colecho como comidad para los padres, es decir, para las tomas nocturnas, o el despertarse, que sea más comodo/menos incómodo para ambos; por otro, por lo leído, evita mucho stress para el bebe (del que hablais en el post de las rabietas), así que si se despierta, será mas fácil evitar los berrintxes. La idea es abandonar paulatinamente el colecho cuando la peque deje de entrar en la minicuna, que se supone que será al rededor de los 6 meses. Ahi pasarla a su habitación con la cuna «grande», donde ya estará acostumbrada porque habrá ido durmiendo siestas, o a ratos con su minicuna de colecho (que se puede cerrar y ser minicuna normal).

    Y hasta ahi puedo leer, porque no me ha dado (nos ha dado) para preveer más. Criar en libertad individual, de modo democrático y con mucho cariño serán las bases supongo, pero sinceramente ni las rabietas me habia planteado aún. Estamos a verlas venir tras los primeros meses.

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    1. Vaya! Enhorabuena! La verdad es que parece que tenéis un plan muy redondo, y bastante meditado. Además, nos gusta mucho porque compagina bastante bien vuestro descanso, con la satisfacción de las necesidades de vuestra futura hija.

      Y lo que muchas veces también es importante, es decir, que conservéis vuestro espacio y vuestra intimidad como pareja a pesar de la aparición de un nuevo miembro en la familia.

      Lo único, tened en cuenta que muchas veces los planes no se desarrollan como estaba previsto. Así que sed flexibles y adaptaros a las necesidades según estas vayan apareciendo.

      Gracias!

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  3. Copiamos y pegamos la respuesta dada por correo electrónico a un seguidor, a fin de aclarar algunas cosas importantes:

    «Buenos días ***,
    Antes de nada, me gustaría pedirte disculpas.
    El motivo es que, si mi artículo te ha dejado preocupado, es que hay algo que he hecho mal. Lo lamento.
    Dormir o no con nuestros hijas o hijos es siempre una decisión personal, y no necesariamente equivocada.
    En mi artículo quería llamar la atención sobre una serie de cuestiones a considerar en caso de tomar esa decisión. Para que las personas que hayan decidido dormir con sus hijas e hijos puedan hacerlo de manera más consciente.
    Pero en ningún caso quería decir que por el mero hecho de practicar el colecho, se esté cometiendo un error —ni leve ni grave— en la crianza de los niños y las niñas.
    Hoy he vuelto a leer el artículo, y creo que tienes buenos motivos para sentir preocupación tras leerme. Aunque digo expresamente que «lo que se plantea tienedifícil respuesta si no tenemos en cuenta cómo viven en privado esta situación las personas afectadas», es verdad que el tono utilizado hace entender entre líneas el colecho como un riesgo.
    Nada más lejos de la realidad.
    Dormir o no con nuestros hijos e hijas no es malo «per sé», pero si es cierto que conviene tener algunas cosas en cuenta. Y si el artículo te ha llevado a pensar un poco sobre ello, seguro que —de alguna manera— te ha merecido la pena.
    Por mi parte, reitero mis disculpas. Me comprometo a añadir una aclaración en al artículo que evite a otras personas pasar por lo mismo. Y te agradezco de corazón que nos hayas escrito para resolver una duda como ésta.
    Y sobre todo, espero haberte dejado un poco más tranquilo con mi respuesta.
    Muchas gracias.
    Un saludo.»

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    1. Billy

      Interesante el tema, yo suelo pasar momentos agradables cuando visito a mi hija de 7 años, no es mucho el tiempo q pasamos juntos, y extraño tenerla fines de semana como antes.
      No se porque su mamá ahora no permite que se quede en mi casa, es extraño y quisiera me den algunas ideas o pautas para poder nuevamente pasar con mi hija en casa los fines de semana.
      Gracias

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